
Todos los componentes que lleva un ordenador resultan extremadamente complicados de construir, incluso los que podemos imaginar que son más sencillos cuentan con un proceso de fabricación bastante más detallado de lo que creemos como es el caso de las AIO, en las que únicamente el radiador ya tiene que pasar por un proceso bastante complejo.
Las refrigeraciones AIO que podemos encontrar en el mercado cuentan con una serie de especificaciones que permiten al usuario elegir el mejor modelo para su ordenador, hay algunas más baratas que son realmente básicas mientras que otras más caras ofrecen un mayor rendimiento a la hora de reducir las temperaturas del procesador. Pero todas ellas tienen una parte común que no suele cambiar en términos de fabricación, el radiador, ya que todos tienen la misma estructura de aluminio para lograr enfriar el líquido refrigerante.
Los radiadores de las AIO no son tan simples como parecen
Si alguna vez habéis instalado una refrigeración AIO habréis visto que el radiador que incorporan cuenta con un diseño que en un principio puede parecer extraño pero que tiene esa forma para lograr reducir la temperatura que tiene el líquido refrigerante que hay por dentro. Estas piezas están construidas puramente de aluminio y es el principal motivo por el que la parte interna que podéis ver y que tiene una forma ondulada puede llegar a doblarse cuando se aplica un poco de presión sobre ella, al final es un material que no resulta demasiado resistente.
Para lograr conseguir esta forma unas láminas de aluminio extremadamente largas pasan por una máquina que va haciendo pliegues sobre ella, permitiendo que consigan esa forma tras llamativa y tras esto un operario escoge las suficientes para formar el rectángulo del radiador y establece una serie de separaciones entre ellas. Una vez ya están las láminas y la forma otro operario tiene que situar esta estructura en una máquina que la prensa para terminar de darle el tamaño adecuado, cuando se encuentra en este punto se le añaden los topes para evitar que se mueva (incluido el que contendrá el líquido refrigerante).
Cuando ya está la estructura principal creada lo que se hace es terminarla, para ello se incorporan otros límites en las zonas superior e inferior del radiador junto con unas nuevas placas de aluminio plegadas, tras esto se pasa a un molde para juntar por completo todos los elementos que podrían quedar sueltos. En este punto parece que ya estaría terminado, pero no es el caso ya que necesita pasar por un proceso que aplica un producto químico que permite unir las piezas de aluminio y se mete en un horno de secado que alcanza 290 grados para poder secar el material, tras lo que pasan a un horno de soldado que alcanza 600 grados para soldar las partes entre sí.
En este punto todo lo que le queda pasar al radiador son todas las pruebas para verificar que es completamente funcional así como la parte estética en la que se aplican las capas de pintura y demás, como podéis ver es un proceso que no es para nada sencillo.
Y todo esto es solo una parte de lo que tienen que pasar las refrigeraciones AIO antes de llegar a las manos del comprador, ya que el radiador supuestamente es una de los elementos más fáciles de fabricar que hay en estos componentes debido a que no tienen ninguna parte mecánica. Al final a todo este proceso también habría que sumarle cómo se fabrican los ventiladores que se incorporan e incluso la forma en la que se desarrollan y crean las bombas que permiten mover el líquido que hay dentro de la misma entre el radiador y el propio disipador de la CPU.